sábado, 19 de febrero de 2011

Asuntos de política en Colombia

Desde el año pasado no leía una noticia sobre Colombia. No me interesa ya saber lo que siempre he sabido. Pudiera pensar que algo habría cambiado en el curso de los meses, pero no es así. Ahora, con mayor claridad, me parece estar en el punto adecuado para abordar un tema que desde hacía mucho tiempo no tenía la mínima intención de hablar. Se trata de la política en la formación de la opinión pública. En general, la política no es una ciencia muy precisa y nadie se atrevería a asignarle dicho carácter. Sin embargo, es tan antigua como la manera de andar a pie. Desde luego no quiero entrar en la discusión histórica sobre el origen de la política y su cambios a través de la sociedad. En realidad es del poder de los medios en la política lo que me hace entrar en una especie de euforia. Si uno comienza por admitir que la política recorre todos los sistemas de interpretación que forman conjuntos de significación determinados, entonces podrá darse cuenta que la prensa es un medio político par excellence. La primera red es la visual, en la medida que somos poco más o menos seres nacidos en esta era digital y en ella nos reproducimos. Así uno podría decir que existen, por un lado, las ideas fundamentales del bien y del mal, de lo bello y lo feo, etc... Es decir se opera en dicotomías dentro de ese sistema de transmisión del poder. En la primera página del tiempo, sale así junto a Uribe, Alfonso Cano, junto a los bellos de la farándula, los anormales, junto al orden el desorden, etc... Frente a esto, sería inmediato decir e incluso generalizar algo que ha estado presente en la política colombiana. El carácter escindido y bipolar de nuestros políticos. Es decir, no se puede creer que los políticos son, para los medios masivos de comunicación, unos instrumentos del poder que sólo ocupan cargos en las diferentes ramas del poder, pues si ello fuera así, para qué, entonces, es necesaria toda la franja "cultural" con sus estrellas, héroes y comediantes. Una tal política carece, en cierto sentido de clase, ya que desde todo punto de vista define la política según el soporte que la reproduce. Es decir la política se juega en los medios masivos, luego el actor o la actriz son los paradigmas de la política y el discurso o la oratoria, la plaza pública y el debate como vehículo pierde fuerza. Una de las fatales consecuencias de este fortalecimiento de los medios de comunicación como vehículo de la política es el personalismo o presidencialismo. Los partidos políticos comienzan a perder peso específico en el momento en que la imagen carismática impuesta por la interpretación que tienen dichos medios de la política se instaura en la arena de los juegos de poder. En conclusión, la propaganda demuestra su efectividad en la construcción de un imaginario carismático del poder. Sin embargo, en Colombia es muy importante notar que no existen conceptos como los malos o los buenos, en una variada gama de niveles políticos específicos. Lo mismo ocurre para los demás conceptos "políticos" como el orden y el desorden, la paz y la guerra, la lealtad y la traición, la nación o el exterior. La total nulidad de una dimensión plural de la política en el manejo iconológico demuestra el retroceso en la elaboración de una modernidad democrática en Colombia.