En esta ocasión, la discusión se centrará en uno de los argumentos típicos de la autoridad en la política. Esto es, cuando un gobernante ejerce un dominio sobre una población, lo hace por algo que hay en él y que los demás reconocen como parte de si mismos. Esta pregunta sobre el porqué de la obediencia profesada hacia Bolívar por los patriotas no es nada fácil. Cuando, el vulgo se pregunta por qué obedece a este o a aquel político de turno, así no quieran de hacerlo de buena gana, sólo dirán que por su propio beneficio. Así, el vulgo sólo entiende la retribución económica como el vínculo entre su gobernante y éste. Por ello, los que son ricos son los que mandan. Ellos son los únicos que pueden mandar. Sin embargo, contrario al vulgo, están los mercachifles de revoluciones trasnochadas. Estos hacen la inversión de esta razón económica del mando, al proponer la dictadura del proletariado. Una dictadura, por lo demás, irrealizable, si se tiene en cuenta que la necesidad tiene cara de perro, y hasta el momento los medios de producción continúan en manos de los poderosos o del estado. En fin, la concepción económica del mando, desemboca en la actitud reaccionaria de la oligarquía, o del fanatismo romántico del vulgo. Sin embargo, la sociología, y en particular, la comprensiva, nos ilustra sobre la dominación desde una actitud crítica, es decir histórica y analítica, sobre el tema de Bolívar. Es decir, Bolívar no era obedecido ni porque poseyó una hacienda llamada San Mateo y ni porque provenía de una familia aristocrática con condiciones suficientes para tener servidumbre. En este contexto se debe fijar la mirada más allá de lo meramente económico. De esta manera, es importante enfocarse en otra causa de la obediencia. Digamos, que es aquella propia de la mediocre intelectualidad nacionalista, los llamados talentos de la burguesía, como diría Karl Marx, que se guían por las credenciales de los que mandan, preferiblemente abogados. Ahora bien, en la vida de Bolívar este tipo va a estar representado en la odiada figura de Santander. Como bien es conocido, Bolívar no obtuvo honores académicos. Su particularidad estuvo en la atenta escucha de su causa, la libertad. Pero, entonces, ¿Era Bolívar un caudillo? Según la forma como se defina el caudillo, podemos asignarlo o no a nuestro héroe. Si por caudillo entendemos el hombre con carisma y sin una dominación tradicional, entonces, sí lo es. Él es, luego, el caudillo de la libertad de los pueblos hispanoamericanos. Eso es lo que hace al patriota, el que reconoce el carisma en un hombre que escucha la libertad y por eso se le obedece.
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